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El negocio del cannabis

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Si bien la legalización de la marihuana representa una gran oportunidad económica, no se debe desconocer que en países como Colombia este tipo de procesos tienen en el mercado negro a un animal indomable…

Por: Luis Elquis Diaz

El Gobierno de Justin Trudeau legalizó en octubre de 2018 la marihuana recreativa en Canadá, segundo país, tras Uruguay, en adoptar esta medida (la de uso medicinal está autorizada desde 2001). Tras dos años y medio de este marco nacional en vigor, las ventas han aumentado considerablemente, aunque la industria cannábica con permisos para operar afronta aún diversos desafíos. 


Los defensores de la legalización de todo el mundo aplaudieron la medida de Canadá, este paso fue considerado como una reprimenda histórica a la desastrosa guerra global contra las drogas, que ha arruinado millones de vidas. Con la legalización Canadá asumió el reto de desarrollar políticas innovadores para enfrentar la lucha contra las drogas, mediante iniciativas que enfaticen la salud y los derechos, en lugar de la represión. 
La legalización de las drogas convive con la prohibición como un fuerte antagonista, pero su curso la convierte en su mejor propaganda. 

Han pasado 100 años desde que entró en vigor la Ley Seca en Estados Unidos. La Enmienda XVIII a la Constitución prohibió vender, producir, importar o incluso transportar alcohol en el país. Las bandas criminales de inmediato tomaron control de la industria, a través de los bares clandestinos para vender licor ilegal y decenas de millones de personas desobedecieron la legislación. En 1933 la ley fue derogada, siendo la única instancia en que una enmienda constitucional es anulada de esta forma. La ley seca es todavía considerada como un fracaso, pero generó una serie de connotaciones de tipo económico y político, y capos del crimen como Al Capone, en Chicago, y Arnold Rothstein, de Nueva York, amasaron enormes fortunas en el altamente rentable comercio ilegal de licores, con sus redes de suministro suavizadas por pagos a jueces, políticos y policías.

De acuerdo con las estimaciones de New Frontier Data, en su reporte Global Cannabis Report: 2020 Industry Outlook, se estima que el mercado global de cannabis, considerando tanto el regulado como el ilícito, tiene un valor de unos US$344.000 millones. En el informe también se identificó que los cinco principales mercados regionales son Asia, con US$132.900 millones; Norteamérica, con US$85.600 millones; Europa, con US$68.500 millones; África, que asciende hasta US$37.300 millones, y América Latina, con US$9.800 millones.

Si bien la legalización de la marihuana representa una gran oportunidad económica, no se debe desconocer que en países como Colombia este tipo de procesos tienen en el mercado negro a un animal indomable, en consecuencia, el debate político y social, respaldado por la base analítica de los estudios realizados por el Observatorio de Drogas de Colombia en coordinación con el Ministerio de Salud y Protección Social y las autoridades del sector, resaltan que en el caso de la marihuana su consumo sigue la tendencia mundial de crecimiento entre consumidores. 

Por otra parte, estudios de Fedesarrollo estiman que si se logran consolidar más de 500 hectáreas de cannabis podrían generarse más de 7 mil empleos, haciendo de Colombia un país potencia en esta etapa productiva. Esto es importante desde el punto de vista económico, pero lo más sobresaliente sería que la legalización del cannabis en Colombia le estaría quitando una gran parte de la torta a la ilegalidad, pero habría que producir políticas de salud que brinden un producto de calidad al consumidor y una institucionalidad dispuesta y capacitada a acabar con el mercado negro. 

La lucha contra el narcotráfico ha sido un tema de muerte continua en Colombia, su enganche criminal ha permeado y actuado en connivencia con la legalidad, determinando que la lucha ha sido un despilfarro que solo ha traído una repetición continua de errores que se siguen replicando, sin dar solución al problema. 

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