Por: Ferley Henao Ospina
Un suelo sano tiene las condiciones apropiadas para la supervivencia y reproducción de los microorganismos que, interactuando con las raíces de las plantas, benefician su nutrición y crecimiento, aportan nutrientes y sustancias bioestimulantes que mejoran su resistencia a patógenos y fijan nitrato atmosférico, es una de las conclusiones de la Comunidad del libro “AGRO Amigable con el Medio Ambiente” en el I Encuentro: “Agricultura sin Plagas, ¿Es Posible?”.
Los abonos sintéticos, aunque aportan nitrógeno, fósforo y potasio son muy bajos en carbono, degradan los suelos, reducen gradualmente los microorganismos, contaminan las aguas (para riego y consumo humano) y el ambiente por la emisión de gases de efecto invernadero responsables del calentamiento global.
Los fertilizantes orgánicos, por su parte, aportan, además de nitrógeno, fósforo y potasio, otros componentes esenciales para la supervivencia microbiana y la sanidad del suelo como carbono, columna vertebral de la mayoría de biomoléculas vegetales. Por lo tanto, los fertilizantes orgánicos, a diferencia de los sintéticos, Sí enriquecen el suelo manteniendo activa la vida microbiana. En síntesis, los orgánicos aumentan la disponibilidad de nutrientes para las plantas.
En contravía con estos fundamentos técnicos y científicos, nuestro país inculto en aprovechamiento de recursos rurales, importa fertilizantes sintéticos al tiempo que desperdicia ingentes cantidades de nutrientes de los buenos, asignándoles la categoría de basura.
Erróneas políticas pusieron a Colombia a depender de la importación de insumos, en uno de los más notables absurdos de todos los que nos ha tocado presenciar.
Hace tres años se reguló la separación de residuos sólidos en la fuente mediante resolución 2184/2019 del MinAmbiente reglamentando el código de colores blanco, negro y verde para la separación de residuos y claro que NO se ven resultados porque no hay cultura de separación principalmente en los organismos públicos que debían ya haber establecido la recolección separada de los residuos orgánicos.
La Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios señala que en 2020 Colombia disponía de 32.580 toneladas/día (unos 12 millones de toneladas año) de residuos sólidos, que estimando razonablemente podrían representar unos 6 millones de toneladas de residuos compostables. Colombia importa aproximadamente 1.2 millones de toneladas año de fertilizante inorgánico, destinando unos 600 millones de dólares/año en compuestos para nutrición agrícola que significaban, antes la guerra Rusia-Ucrania el 35% del costo total de la producción del agro. Sin embargo, por razones inexplicables, en esa masa conjunta de lo que llamamos basura, están incluidos por lo menos unos 4 millones de toneladas de residuos orgánicos que se están desperdiciando.
Con esa enorme cantidad de residuos orgánicos separados en la fuente deben establecerse biofactorías en puntos estratégicos de cada municipio para enriquecer los suelos. Esta es una partida que tienen que jugar las alcaldías si de verdad quieren la seguridad alimentaria y la sustentabilidad.
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